Diario de un cuerpo

Diario de un cuerpo se trata de un libro de Danniel Pennac que me recomendó Víctor en un comentario a raíz de la entrada dedicada a la lectura del libro Mal de Escuela. 

Por aquel entonces, hará un mes más o menos, estábamos terminando el Tema 1 y estudiábamos el cuerpo y el movimiento. La razón de leer ese libro se encuentra en ese momento. 

Diario de un cuerpo lo definiría como un libro diferente con respecto a todos los que me he leído. Es una autobiografía de un político francés que vive mayoritariamente en el siglo XX, pero en ningún momento hace referencia a cualquier acontecimiento relacionado con su profesión , ni siquiera con sus pensamientos, reflexiones o inquietudes que van más allá del aspecto físico (cuando nota que se acerca escribe: estoy llegando a la línea que separa aquello que concierne estrictamente al cuerpo de lo espiritual), es decir, se basa única y exclusivamente en narrar, con todo lujo de detalles, todo aquello que padece, experimenta o sufre su propio cuerpo. 

Ateniéndose a ese propósito reside la gracia de este libro. Este ha sido, para mí, su aspecto diferencial y que lo ha convertido en interesante.

Al comenzar a leerlo intuí su dinámica, pero no imaginé que llegaría a algunos extremos tan íntimos. O posiblemente me parezcan tan íntimos porque no me atreva a hablar de ellos por vergüenza, pero lo cierto es que todos vivimos esos momentos con nuestros cuerpos. Destacaría su claridad a la hora de describir, inmiscuyendo al lector y mimetizando con el personaje y sus sentimientos. Por momentos sentía que estaba contando algo donde yo era el protagonista. 

Por ejemplo: 

19 años 2 meses 17 días Domingo 27 de Diciembre de 1942 (Fragmento)

Mi incapacidad para bailar. Françoise, Marianne y otras han intentado arrastrarme, y de nuevo ayer por la noche, en casa de Hervéc, una espléndida Violainne, hermana de nuestro anfitrión. Déjese guiar. No hay nada que hacer. Enseguida pierdo el compás y mi cuerpo es ya solo un fardo en los brazos de mi compañero. Algunos saltitos grotescos para recuperar la cadencia acaban de desalentarme. La danza es uno de los raros dominios donde mi cuerpo y mi espíritu permaneces inconciliables. Más exactamente, la mitad inferior de mi cuerpo, mis manos pueden llevar el compás tanto como se quiera. Mis pies se niegan a seguirlas. Un director de orquesta parapléjico, eso es lo que soy. 

Me veo reflejado en ese escena, absolutamente idéntico. Tengo apuntadas algunas más, pero dejo está que considero la más representativa. Aunque me gustaría subrayar otro, donde juega a tenis y derrota a unos chavales que le habían estado vacilando, sintiendo libertad física y que termina diciendo, cito textualmente: Mi juramento: vivir, en todos los terrenos, del mismo modo en que juego a tenis. 

Coincidiendo plenamente con mi pensamiento allá cuando entrenaba a diario y se daba bien la jornada.

Finalmente quisiera extraer una frase que me llamó la atención especialmente: ¡Qué cosas, qué cosas, pensar que el esqueleto es el símbolo de la muerte cuando nuestros huesos son el principio de la vida!

Como valoración final diría que es un libro diferente, entretenido de leer porque te sumerges en él y recomendable para aquellos que deseen conocer mejor su cuerpo a partir de un diario que abarca toda la vida de una persona. No lo recomendaría para quienes no les gusta la descripción, pues es la base del libro. Los diálogos los puedo contar con los dedos de una mano.
Para quienes se quieran animar les "advertiría" que se preparen para leer de todo. Desde lo más pulcro que le ocurre al cuerpo hasta lo más soez.